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24 Jul, 2023

ANTIBIÓTICOS: ¿Más es peor?

¿Cómo se explica que un medicamento destinado a resolver un problema de salud podría ser dañino?.  Los antibióticos son fármacos cuyo objetivo es eliminar bacterias que provocan infecciones. Han sido y son, uno de los adelantos más brillantes de la medicina.  Muchas veces los desarrollos y avances en medicina (tecnología y fármacos) tienen una contracara menos conocida, el riesgo de daño.

Las bacterias, que son el blanco de los antibióticos, son formas de vidas inteligentes que habitan la Tierra desde hace millones de años. Ellas son capaces de sobrevivir a las condiciones más extremas, así es que pueden encontrarse bacterias en los hielos antárticos o en las aguas volcánicas de las Islas Canarias.

Las mismas bacterias son capaces de producir sustancias con actividad antibiótica.  Lo que significa que ellas, antes que los humanos, hacían uso de los mismos en situaciones de competencia donde, gracias a eso, y -en términos simples- se mataban entre ellas (conocido como la selección de las especies más aptas) para ganar territorio.  Este fenómeno ha disparado una respuesta, la existencia de bacterias capaces de sobrevivir a la acción de los “antibióticos de la naturaleza”.

Desde que los humanos descubrimos los antibióticos, los sintetizamos artificialmente y los comercializamos a gran escala, las bacterias, una vez más, dieron muestras de su inteligencia desarrollando mecanismos de resistencia, también a gran escala. Si bien la resistencia bacteriana es consecuencia de una compleja trama de factores, hoy nadie discute que los antibióticos son los principales promotores. Lo que quiere decir que el adelanto que ha representado la incorporación de antibióticos a la terapéutica en humanos, salvando innumerables vidas, tiene la contracara de acelerar la resistencia bacteriana. Más antibióticos usamos, más resistencia bacteriana deberemos esperar.

¿Cómo enfrentar semejante problema?. Los frentes de batalla son múltiples, pero sin duda, la medida más importante es usar con cautela los antibióticos.  Muchos expertos en el mundo han propuesto considerarlos como un recurso “no renovable”, un verdadero tesoro que debemos preservar ya que el ritmo de investigación de nuevos antibióticos es más lento que el ritmo al que las bacterias adquieren resistencia.

Digamos que el prescribir antibióticos tiene beneficios y riesgos.  Cuando un paciente está cursando un proceso infeccioso que amenaza su salud el “beneficio” de salvar la vida supera claramente al “riesgo” de promover resistencia. Pero, ¿qué sucede cuando un antibiótico se prescribe sin que su uso se justifique?. ¿Estamos dispuestos a pagar el precio exagerado de acelerar la resistencia bacteriana frente a la ausencia de beneficios? La respuesta debería ser un contundente, NO.

Organismos dedicados a resguardar la salud de la humanidad, desde hace años, realizan campañas para desalentar el uso innecesario de antibióticos. Algo que se estima, ocurre en hasta el 50% de los pacientes internados en todo el mundo. ¿Y qué decir entonces de los antibióticos que son parte de conductas de autoprescripción?. ¿Cuántas dosis de amoxicilina toma el común de las personas por un “dolor de garganta”?, que en el 80% de las veces es viral y se irá tal como vino. ¿Cuántas dosis de antibióticos tienen por objeto satisfacer la demanda de un paciente hacia su médico, porque de esa forma siente que la consulta “valió la pena”?. ¿Cuántas dosis de antibióticos “por las dudas”?.

Es imperativo poner freno al uso indiscriminado de antibióticos. Entiendo que es difícil advertir el riesgo del daño, porque no es inmediato y puede visualizarse tardíamente cuando ya está instalado y es difícil revertir. ¿O acaso alguien advierte el impacto ecológico de talar un árbol al momento mismo de hacerlo?.

AUTOR:

DR. BERMEJO, JOAQUÍN

MAT. 8438

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